
Era una tarde de verano, ese verano que no se encuentra y el cielo nublado nos invitaba a la intimidad, estábamos en una “terraza”, veíamos a la gente pasar, los coches y el humo “chic” de los fumadores de restaurante de al lado, el ambiente era perfecto y se prestaba para tener una cita de reconciliación ya que la soledad del restaurante nos lo permitía, pero sólo por un momento, justo antes de que la camarera comenzara a coquetearme, al menos eso pensaba yo, cuando me di cuenta su miraba iba hacia mi mejor amiga, minutos después la camarera aún perdía su tiempo y un roll y dos tragos que nos invitaba “la casa”.
Ese día no me encontraba sentado con cualquier persona y es que el termino mejor amiga, no sólo nos recuerda a la persona con la que hablamos todos los días, la que nos ayuda en todo lo que necesitamos, o esa persona que nos entiende tan bien, ella también es la que conoce todo de mí y la que me hace saber todo de ella, seguro ese día conoceríamos más de nosotros mismos.

La conversación de ese día comenzó burlándonos de los tekamakis más gordos que alguna vez hemos visto en la vida, pero a medida que la conversación avanzaba sus problemas familiares desencadenaban los míos; “Mi padrastro abusa de mí” o “Estoy consumiendo… lo que sea”, eran frases que al ser escuchadas nos hacen sentir mejor y olvidar nuestros problemas, muchas veces ver que otro es más desdichado que uno nos ayuda, a surgir o a condenar, pero realmente ¿Es bueno escuchar esas frases de una persona que es importante para ti?, no lo creo.
Cuando casi terminábamos me di cuenta que la frase que alguna vez dije en broma, quizás esta tarde se había vuelto realidad: “Corazón, por favor no me llames Rubén, hoy no, ese nombre es mucha responsabilidad para mí”.

Creo que después de esa cita lo único que queríamos era olvidar todo, está bien nos reconciliamos, pero lo importante era cambiar nuestras vidas y que todas nuestras prioridades cambiaran después de esa cita, convertirnos en hippies, modelos, la primera forma viviente que se tropezara en nuestro camino, lo importante era olvidar y confiar.